Dos años y medio después del inicio de la crisis sanitaria del coronavirus SARS-CoV-2 la situación epidemiológica en el mundo y en la Argentina -el Ministerio de Salud de la Nación informó que se registraron solo 6.175 contagios y 25 muertes en la última semana- muestra signos alentadores. Esto ha llevado a la Organización Mundial de la Salud (OMS) a afirmar que el planeta "nunca ha estado en mejor posición para acabar" con la pandemia.
Superada la etapa más cruenta y mortífera de la enfermedad, afortunadamente, la preocupación actual de la comunidad médica -además del surgimiento de nuevas variantes- se centra en los efectos negativos que causó la pandemia en la salud mental.
Las situaciones de estrés y ansiedad prolongada a las que se han visto expuestas las personas han generado que creciera el uso de psicofármacos. De acuerdo al último informe de la Confederación Farmacéutica Argentina, la demanda de estos medicamentos aumentó un 4,14% en 2021.
Ahora bien, ¿cuál es la situación actual? Rufo Emilio Alvez, presidente del Colegio de Farmacéuticos de Tucumán, señaló que tras el aumento de la demanda de ansiolíticos durante 2020 y parte del año pasado se percibe una normalización en la provincia. Aunque aclaró que todavía no hay estadísticas sobre 2022.
“Hoy estamos viendo valores -de demanda- normales”, afirmó, en diálogo con LA GACETA.
¿Qué son los ansiolíticos?
“Son fármacos que se utilizan para disminuir los niveles de ansiedad debido a que brindan un efecto relajante. Deben ser administrados por profesionales que van a determinar el tipo, la dosis y el intervalo de consumo”, explicó el médico psiquiatra y coordinador de consultorios del Hospital de Día Obarrio, Gustavo Palavecino.
Y prosiguió: “Hay un punto importante que se debe tener en cuenta: no son un tratamiento de base. Ayudan a controlar los síntomas que nos aquejan mientras vamos entablando un tratamiento con el psicofármaco específico que demanda el cuadro que nos va a ayudar a posteriormente retirar estos tranquilizantes menores”.
¿Cuáles son los riesgos?
La automedicación es una tendencia que se ha instalado desde hace tiempo en la sociedad argentina. No es nueva. Pero cobró fuerza durante la crisis sanitaria porque muchas personas ante el miedo a contagiarse o los problemas para acceder a los servicios de telemedicina directamente optaron por medicarse sin un diagnóstico previo. Esta práctica en el caso de los ansiolíticos es sumamente peligrosa porque puede crear una dependencia.
El psiquiatra Ernesto Yoldi señaló que cuando se hace un abuso de estos medicamentos se produce un fenómeno que desde el punto de vista de la farmacología se lo denomina: “tolerancia”. “Una persona puede comenzar tomando una pequeña dosis para descansar o sentirse relajada, pero con el paso de los días empieza a sentir que el efecto va disminuyendo y se va a ver obligada a aumentar la dosis”, advirtió.
“Si esa situación se convierte en algo habitual deriva en una adicción. Es por esto que es muy importante que se consulte a profesionales y que no se haga un abuso de estos tranquilizantes”, remarcó.
Otras complicaciones -agregó el especialista- que pueden traer aparejadas el consumo en exceso de este tipo de medicación son: efectos sedativos, disminución de la fuerza y tendencia a la somnolencia. “Cuando la dosis es muy alta se puede llegar a producir un ‘efecto paradojal’. El medicamento en vez de disminuir la ansiedad tiende a producir un cuadro excitatorio en los pacientes”, puntualizó.
Alternativas
Por último, Alves indicó que existen alternativas para controlar la ansiedad sin tener que recurrir -en casos leves- a estos medicamentos.
“Abordar una psicoterapia para recibir una orientación, realizar actividad física constante (natación, caminata, bicicleta, entre otras), una alimentación sana (eliminando sustancias estimulantes) y mantener una higiene del sueño son algunas de las cosas que nos pueden ayudar”, cerró.